Dios prepara en medio de nuestro pasado
Cuando retrocedemos en la película de nuestras vidas vemos experiencias, personas, lugares, momentos críticos, dificultades económicas, privaciones, mudanzas, llamadas, estaciones que sin notarlo Dios ha usado para formarnos y trazar nuestro propósito. En la vida de Marcela ha existido un largo y doloroso proceso que la ha llevado a identificarse con aquellos huérfanos, enfermos e invisibles que necesitan la esperanza de un Dios que jamás los dejará desprotegidos.
Dios se estableció en su vida en un momento difícil donde se encontraba desprotegida y maltratada por la sociedad. Allí, en la soledad de una cocina, sin conocerlo, clamó a Él y le dijo que si existía cambiará su vida y ella le serviría. Dios respondió y le dio una nueva vida, oportunidades para salir adelante y estudiar una carrera profesional y así un día durante un servicio misionero la llamó a cumplir lo que había prometido de niña.
Sin dudarlo, ella empezó a orar, invertir tiempo y recursos para prepararse hasta llegar a un centro de entrenamiento. Allí, se despertó su interés por la iglesia perseguida y los pueblos no alcanzados con quienes veía semejanzas, podía sentir su necesidad, las privaciones, el dolor, la desesperanza en la que viven. Ella sabía que si Dios la llamaba a ir a un lugar así, estaría dispuesta a ir porque ellos necesitan ser consolados y redimidos por el Salvador.
Para su proyecto final oraba junto con sus compañeros por un lugar a donde Dios quería que fuera y fue allí en un salón de clases que cayó en sus manos una bandera del país adonde fue llamada. Marcela continuó orando y pidió más pruebas como Gedeón al Señor, y Él confirmó nuevamente su llamado. Se propuso dar el siguiente paso, construyó un mapa para orar por este pueblo y preparó su proyecto con entusiasmo, no obstante, la respuesta no fue la que esperaba y las opiniones, oposiciones y rechazo aún de seres queridos y su comunidad no sé hicieron esperar. Además, tampoco encontró organizaciones con la experiencia necesaria para llegar a este contexto, y las que tenían proyectos en este campo estaban lejos de su alcance.
Sin embargo, como las promesas de Dios permanecen y Él tiene todo preparado, en el tiempo dispuesto apareció Reflejo con quienes inició su etapa de preparación de terreno. Ha estado en largas horas de aprendizaje de idiomas y cursos para adaptación al campo, entre muchos otros, y paralelo a ello se presentan las pruebas, el rechazo y los ataques, y se cierran puertas, lo cual a veces desanima. Pero, ella permanece firme en la oración y espera en Sus promesas, porque el que empezó la buena obra la terminará.
Cada promesa de Dios requiere un tiempo, Marcela está en el presente abrazando el futuro. Sabe que existen estaciones, esfuerzos y sacrificios en su proceso de cruzar barreras lingüísticas y geográficas para estar con aquellos en necesidad de escuchar el Evangelio, pero no se trata de rendirnos y dejarnos vencer por los argumentos del mundo, sino de depender de Él y producir fruto para que las naciones glorifiquen Su nombre.
La historia de Marcela deja ver que aun en medio de las dificultades, los reveses y desilusiones, Dios tiene toda nuestra historia en sus manos y a través de ella nos lleva a identificarnos con quienes lo necesitan, nos prepara, enseña, equipa para poder ser luz en contextos de oscuridad y tinieblas.
Necesitamos discípulos comprometidos, ejemplos a imitar, dispuestos a ir y dar su vida por Cristo para emprender movimientos del evangelio guiados por su fe en Dios. Si tienes una de estas características contáctanos