Detrás de la máscara
Jessica se reunió con varias madres en una escuela para compartir sobre Jesús. Empezaron con una charla sobre el valor de las mujeres para Dios. Fue en esta aula donde varias madres con corazones quebrantados decidieron seguir a Cristo.
Esta es la historia de Belén, una madre que cargaba con una mochila pesada detrás de su sonrisa.
En la primera reunión vino Belén y se sentó en una silla escolar. Cuando le preguntaron cómo estaba todo en su vida, ella sonrió.
- Estoy bien, todo en mi casa está perfecto. No tengo razón para quejarme.
En la siguiente reunión hablaron sobre las frustraciones que se podían tener por tolerar cosas que les causaba dolor y cuando le toco hablar a Belén ella sonrió y con felicidad dijo.
- No, yo no tengo ninguna frustración. Todo en mi vida está bien.
En la tercera reunión hablaron sobre el pecado oculto y la liberación de poder confesar y perdonar. Varias madres mencionaron cosas que ocultaban de sus vidas que tuvieron que tolerar y cuando llego el momento donde Belén pudo compartir ella sonrió.
- No, yo no tengo nada para confesar. Yo no oculto nada, mi familia está muy bien y la verdad vivimos una vida feliz.
En la última reunión hablaron sobre el “maquillaje” que llevamos puestas para no sufrir. Jessica trajo una máscara y demostró que varias veces nos ponemos caretas para ocultar lo que verdaderamente nos pasa. En ese momento la sonrisa de Belén desapareció y cuando le toco compartir su mirada cambio.
- Me cuesta mucho admitir esto, pero las veces que nos reunimos yo he llevado puesta una careta. La verdad es que no está todo bien.
Su voz se quebrantó y con lágrimas en los ojos siguió compartiendo
- No está todo bien en casa y no quiero seguir fingiendo. Mi esposo me engaño y yo lo perdoné una vez. Me volvió a engañar y yo lo volví a perdonar, pero no voy a tolerar que haya una tercera vez. Mi hija es muy rebelde y mi esposo la ha abandonado completamente en todo sentido y la verdad es que no está todo bien. Nada está bien…
Sus lágrimas empezaron a caer y su corazón se sintió menos pesado. Todas las mujeres en la sala se conmovieron y lloraron junto a ella. Fue este momento donde Belén finalmente se sintió libre de poder soltar lo que estaba detrás de su máscara y decidió tomar los siguientes pasos para seguir a Cristo.
Así como Belén, hay varias personas que se ponen mascaras con el fin de seguir adelante, pero por dentro sienten un dolor intolerable. Aunque intenten ocultarlo, hay alguien que siempre ve lo que está detrás y está esperando que quiten la portada para poder abrazarlos, se llama Jesucristo.