Parte 1: Los diferentes candidatos a misioneros
Recuerdo cómo me sentí cuando escuché por primera vez a Dios, invitarme a ser misionero para los no alcanzados. Por primera vez escuché a un misionero compartir que había regiones enteras del mundo donde Jesús no era un nombre familiar y sumé dos y dos. Jesús dice:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”.
¿Y hay naciones enteras sin Jesús?
¿Sin camino?
¿Sin verdad?
¿Sin vida?
Ese fue el momento en que me di cuenta de que esta era mi vocación. Un llamado que se volvió tan grande e importante para mí para afrontar una misión tan grande e importante para Dios que pudiera dedicar mi vida entera a esta obra y sería una vida bien vivida.
Pero, ¿por dónde empezar?
¿Y cómo prepararse?
Recuerdo bien, esta vez porque toda la pasión y toda la incertidumbre se mezclaron en un cóctel perfecto de confusión. Recuerdo haber contactado a una organización misionera para pedir consejo sobre los próximos pasos, aunque no estaría listo para postularme a una agencia misionera hasta dentro de 6 años más.
De vez en cuando recuerdo esas ocasiones en las que recibimos una consulta de un candidato potencial, pero todas son diferentes y el camino que lo lleva a comunicarse con nosotros es siempre único.
Algunos simplemente sienten curiosidad por las misiones.
Otros descubrieron un corazón para las misiones a través de uno de nuestros ministerios de movilización como RAP o LATE.
Muchas veces, llevan un tiempo con una vocación y han recibido una formación importante incluso antes de acercarse a nosotros.
Y algunos ya han vivido entre los no alcanzados y buscan continuar su ministerio con el cuidado y apoyo de una organización como Reflejo.
Debido a que reconocemos esta diversidad, así como la complejidad del llamado que algunos misioneros comparten con nosotros, tomamos muy en serio el proceso de selección e incorporación de candidatos.
Para obtener más información sobre este proceso, lea la parte 2.