Silenciada pero oída por Dios
En una pequeña escuela fundada por un extranjero en Afganistán, había una profesora de arte llamada Nadia. Ella le enseñaba a los niños como expresarse a través del arte. Las paredes de su aula estaban adornadas con muchos dibujos, varios de los cuales habían sido creados por ella reflejando su profunda frustración y desesperación por las restricciones impuestas por los talibanes hacia las mujeres.
Un día, Nadia compartió sus dibujos con una amiga, y no pudo evitar que las lágrimas brotaran. Tres de estos dibujos capturaban la vida que Nadia una vez había soñado para ella misma. Antes de que los talibanes volvieran a tomar el gobierno, Nadia estaba a solo un año de recibirse de farmacéutica. Sin embargo, ese sueño fue brutalmente arrebatado cuando los talibanes prohibieron que las mujeres trabajen, asistan a la universidad y continúen con su educación luego de sexto grado de primaria.
Después de ver estos dibujos, la amiga de Nadia la abrazó conmovida y comenzó a compartirle sobre el plan de Dios para sus vidas. Curiosa, Nadia le preguntó si era musulmana. Su amiga respondió que no. Luego, con cierta cautela, Nadia le preguntó si seguía a Jesús, y su amiga, con firmeza, le dijo que sí. Nadia escuchó atentamente mientras su amiga le dijo "Jesús dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Nadia la observó en silencio antes de decirle que nunca la habían obligado a seguir el Islam. Su amiga simplemente la escucho, y la dejó desahogarse, ofreciéndole un espacio seguro donde podía expresar sus frustraciones.
Ahora, con las nuevas restricciones impuestas por los talibanes silenciando las voces de las mujeres en público, la situación de Nadia refleja la experiencia de millones de mujeres que han vivido 20 años bajo un gobierno libre de talibanes y ahora sienten la desesperación de ver como su libertad se desvanece completamente.
Aun así, a pesar de los desafíos abrumadores que enfrentan Nadia y muchas otras mujeres, creemos que hay alguien más grande que su dolor y desesperación, alguien que escucha sus voces y comprende su angustia. Su nombre es Jesús; Él tiene el poder de transformar vidas enteras y ha llamado a otros a unirse a Él para animar y darles libertad a estas mujeres en su presencia. Pero para que haya una verdadera transformación del evangelio, Afganistán urgentemente necesita creyentes dispuestos a comprometerse a ir y construir relaciones duraderas para ser una luz de esperanza en una tierra donde la oscuridad se ha apoderado. Los talibanes han silenciado sus voces, pero Dios las escucha y nosotros también.