El fruto viene con el idioma

-¿Por qué estás aquí? No hay esperanza para nuestro país.

Esto le dijo Zahra, una chica local, a Natalia una tarde.

El corazón de Natalia se sintió pesado al escuchar eso.

-Eso no es cierto, veo esperanza en tu país.

Natalia le contesto, pero no pudo hacer que Zahra viera lo que ella veía. Dios no se ha olvidado de esta tierra y su pueblo.

Durante el último tiempo, Natalia pudo acercarse más a Miriam, la madre de su tutora de idioma. A Miriam le encanta leer todo tipo de libro, así que decidieron visitar una biblioteca juntas. Mientras estaban allí, Natalia le preguntó a Miriam qué pensaba sobre su hija casándose con un extranjero.

-Bueno, es decisión de mi hija, pero creo que sería más fácil si se casara con otro musulmán.

Miriam sonrió y luego miró a Natalia para preguntarle qué prefería ella.

-Prefiero a la persona que Dios me dé.

Miriam se rió.

-Pero, ¿cómo sabes si es de Dios?

Y así Natalia pudo compartir sobre cómo Dios le habla, y continuaron teniendo otras conversaciones. A través de encuentros pequeños como estos, Natalia ha visto a Dios moverse y aprendió que si clamamos por una tierra, alabamos al Señor y oramos por las personas a nuestro alrededor, las cosas comienzan a cambiar. Dios escucha nuestras oraciones y obra a través de ellas.

Natalia ya ha estado en Asia con Reflejo durante un año y medio. En ese tiempo logro aprender el idioma local y está empezando a ver los primeros frutos de conversaciones espirituales con sus amigos locales.

Sigamos orando por aquellos que actualmente están invirtiendo tiempo en aprender el idioma para que pronto ganen fluidez y se abran puertas para tener encuentros y conversaciones espirituales.

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